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viernes, 4 de diciembre de 2015

Crítica: Mötley Crüe – Mötley Crüe




Cuando los fanáticos de Mötley Crüe se enteraron de la renuncia/despido –depende de a quién le pregunten- de su vocalista estrella, Vince Neil, en el ’92, la preocupación y el caos se fraguaron en el campo de la fanaticada de los músicos más déspotas y hedonistas de todo el Planeta Metal. Los 90s habían traído nuevas corrientes y el movimiento de tonalidades pesimistas y depresivas que provenía de Seattle hizo languidecer a aquella proliferación de bandas de Los Angeles que dominó la escena con puño de hierro en la década anterior; lo que faltaba para los amantes del Hard Rock ochentero era que su grupo por antonomasia se fuera al demonio por la marcha de un individuo vital para el éxito ensordecedor del combo. Vince Neil es una parte esencial de lo que fue Mötley Crüe en los 80s y trabajos como Shout At The Devil o Dr. Feelgood son obras soberanas en el panorama Glam por la voz característica y atrapante carisma del cantante, sin desmerecer el aporte de los tres instrumentistas que también es muy importante. Tal vez no era un dotado, pero su locura, su energía y su espíritu emanaban ese factor X que hacían a estos cuatro dementes tan especiales y contagiosos. Pero Mars, Sixx y Lee demostrarían que había vida (y grandeza) más allá de Neil. Y así se toparon con una banda llamada The Scream, de la cual Sixx era un gran fan.

The Scream fue una de esas muchas bandas de tercera y cuarta generación de la escena ochentera que surgieron demasiado tarde para poder aprovecharse de las corrientes mediáticas que impulsaban a estos movimientos; pero allí yacía un vocalista y guitarrista de un talento inusitado llamado John Corabi, quien leería en una revista un aviso de Nikki Sixx buscando a un vocalista nuevo y, sin pensarlo, se lanzó a la aventura de ser el voceras de esa cuerda de deschavetados que es Mötley Crüe. La audición, que duró varias sesiones, fue un éxito rotundo para Corabi: la banda estaba fascinada con su extenso rango vocal, sus dotes de guitarrista y la capacidad de compositor que le quitaba un peso de los hombros a un Sixx que solía ser el responsable absoluto en el espectro creativo. Y así, en el ’93, se comenzaba un trabajo que originalmente iba a tener un cambio de nombre en la banda –NC94, que significaba New Crüe ’94- y que estuvo tentativamente llamado ‘Til Death Do Us Part – por una de las canciones del trabajo-, pero que terminó siendo homónimo. Lo diré de frente porque así es que hay que hablar en esto de la música: éste es, a mis ojos, el mejor trabajo de Mötley Crüe. Así es; claro y raspao’, como decimos en mi país. Y les diré por qué.


Para la producción, la banda volvía a trabajar con Bob Rock en el estudio, quien los ayudó a convertir a Dr. Feelgood en un trabajo multimillonario y le agregó una cierta impronta del Black Album de Metallica en la batería de Lee y en las guitarras –eso sería un acierto porque el trabajo suena fenomenal y aunque a Rock se le culpe por suavizar a los Jinetes, sabe hacer bien su trabajo que es hacer sonar a un álbum para que fortalezca sus virtudes. El aporte que hizo Corabi desde su arribo a la banda fue totalmente diferente al que hizo el malogrado Neil: su valor como letrista y como segunda guitarra facilitaban las labores de Sixx y Mars, además de tener una incidencia considerable en el desarrollo musical de Crüe. El trabajo homónimo de los californianos los muestra transmutando a un sonido muy acorde a los tiempos en los que se produjo y bebiendo de las bandas de Seattle como Soundgarden o Alice In Chains, al igual que de grupos como Pantera o Prong que era lo que escuchaba Nikki Sixx durante la producción. Lo que realmente sorprende es cómo tomaron lo hecho hasta ese momento y lo descartaron para ir en pos de un sonido, actitud y estilo que tal vez deslucía lo hecho en sus otros trabajos, pero que demostraba su capacidad de evolucionar hacia diferentes estratos musicales. Mötley Crüe es su mejor trabajo porque los vislumbra dando un pase al frente como una agrupación que podía trascender más allá de una época o un momento de moda y no convertirse en un grupo de nostalgia –cosa que irónicamente son hoy en día, aunque al parecer están cerca de su final en este última gira.

Hecho bajo un estricto régimen de sobriedad –bueno, tan estricto como se puede tratar de estos tipos-, también se denota un enfoque diferente en las letras. Corabi muestra un lado más íntimo e introspectivo con su pluma al escribir sobre la reflexión de una vida errante en ‘Til Death Do Us Part o la experiencia de un tío abusador en Uncle Jack. Aún así, Sixx deja espacio para poder hacer las usuales canciones de sexo y libertinaje por las que esta banda es tan conocida. Era un proyecto musical bastante diferente a la propuesta de los 80s del grupo y era casi como escuchar a una banda nueva; en este trabajo impera mucho más la musicalidad, la técnica y las composiciones que en los álbumes previos de la banda. Me gustan los clásicos de Crüe, pero aquí se les muestra empujándose a límites insospechados y probándole a todos (incluyéndose a sí mismos) que son capaces de no ser solo entertainers, sino también músicos de calibre. Eso era Mötley Crüe en 1.994: una banda que dejaba los cojones sobre la mesa y decían: “Siéntate y escucha esto, ‘joputa”.


Una forma muy práctica de dejar en claro sus intenciones se transmite mediante este bombazo de nombre Power to the Music donde la batería de Lee suena como un cañón y los riffs a medio tiempo de Mars y Corabi como apisonadoras, manifestando el distanciamiento más que constatado del grupo de la pulidez sonora de sus años Glam. Para los que se están adentrando por vez primera a la era Corabi de la banda, debe ser sorpresivo escuchar unas vocales tan distintas en Mötley y eso no lo voy a negar, aunque mientras más se escucha el trabajo, más se aprecia el pedazo de voz que se gasta el antiguo voceras de The Scream. Power to the Music habla en sus letras acerca de la libertad lírica –muy lejos de lo que se hablaba en Girls, Girls, Girls…, por ejemplo- y podemos escuchar ese tono más crudo, habilidoso y con un leve tinte de Blues del “nuevo”. Éstos ya no son los amos del caos, la sodomía y el hedonismo. Nos los han cambiado. Pero cómo suenan, ¿eh? Pareciera que los cinco años sin publicar nada los tiene más arrechos de lo normal.

Una de las favoritas de un servidor es la genial Uncle Jack donde dan rienda suelta a sus Soundgarden y Alice in Chains internos para crear una pieza intensa, melódica y con una pasión sentimental en las letras que difiere mucho con lo que hicieron antes. El estribillo pareciera algo parido por la banda de Jerry Cantrell y las partes de guitarra del nuevo binomio en las seis cuerdas conducen el tema entre lo pesado y lo melódico con una facilidad pasmosa. Lee sigue confiable en lo suyo -aporrear la batería como un maniaco- y Corabi derrocha una alteración de registro que te descojona. Un temazo que me tiene viciado en los últimos días y que en un mundo justo sería un clásico obligatorio en sus conciertos. Escuchen el final donde sueltan un riff mastodóntico que les recordará a las facetas más pesadas del homónimo de Metallica. Lo repito: UN TEMAZO.

Hooligan’s Holiday emana unos punteos de Mars que me parecen un detalle interesante en la canción y sigue con el despliegue de riffs afilados y musculosos. Destaco la habilidad de la agrupación de casi nunca acelerar o bajar las revoluciones en el trabajo y que se mantengan interesantes en el aspecto instrumental; en lo vocal, Corabi sigue sonando con una voz atronadora. La siguiente pieza fue, junto a Hooligan’s Holiday, la que fue el single introductorio y puedo imaginarme la reacción de los fans de la banda al escuchar el inicio que irradia a balada de Misunderstood para luego desembocar en una vertiente más melódica, pero con suficiente empuje en las guitarras para mantener el headbanging. Se hace raro escuchar a esta banda hablando acerca de la alienación social, pero, ¿qué demonios? Si pudimos sobrevivir a Celtic Frost tratando de hacer Glam (y hacerlo mal), ¿entonces por qué no apreciar a una banda que hizo un cambio de sonido arriesgado y les salió bien? Misunderstood es una composición un poco más accesible y “alegre” en lo musical, pero tiene su punto y su encanto.


Con un deje brutal a Led Zeppelin nos entregan Loveshine, que es una balada acústica con una influencia innegable de la banda de Page y donde juro que en algunos pasajes de la canción es Robert Plant el que está cantando y no Corabi por las increíbles similitudes en sus gargantas aquí. Si algunos extrañaban los tiempos de Shout At The Devil, aquí llega Poison Apples para llevarnos de parranda como si fuera 1.985; un tema que suena como una versión más pesada de lo que hacían en la década anterior y que gira en torno a una base rítmica contundente y un Corabi en plan sleazy Rock Star. Un corte de la vieja escuela de Mötley Crüe y que, aunque bueno, se siente algo fuera de lugar. En perfecto contraste con las dos últimas canciones, con Hammered encontramos más riffs insanos y dominantes en un poderoso medio tiempo que tal vez palidezca un poco con los primeros temas, pero aún así te atrapa. Por más pesados y variados que se hayan convertido, no han perdido el fundamento de entretener y eso es importantísimo.

La joya de la corona, la piedra angular de toda la obra, es ésa composición magistral titulada ‘Til Death Do Us Part. Una canción larga, llena de detalles y que rebosa de una calidad indiscutida. Este tema encapsula todo lo bien hecho en este trabajo y aúna brillantemente todos los aspectos que hacen de este álbum uno muy bueno. Punteos, riffs afilados, unas vocales de altísimo calibre y unos dotes de compositores que deben ser considerados. Un detalle que me parece importante para resaltar es cómo los punteos de Mars se entrelazan con los riffs de Corabi para crear una atmosfera muy especial y permite a la canción fluir de manera singular. En fin, la mejor composición del álbum y debe ser escuchada obligatoriamente por cualquiera que se precie de gustar de esta banda. Y pónganle este tema a cualquier amigo que diga que este álbum es una mierda para que vean cómo le callan la boca. Palabra de Kevin.

Con Welcome To The Numb nos encontramos con un corte sucio y directo con muchas guitarras machaconas y fiesta. Una mezcla del pasado con el presente. Lo más pesado del álbum es Smoke The Sky, la canción que tuvo un video oficial, con un Lee bestial y con un Nikki Sixx que siempre trabaja en las sombras con su bajo para hacer que todo funcione con (a)normalidad. Droppin’ Like Flies sigue la senda marcada por el trabajo con el énfasis en los riffs y los estribillos más melódicos, pero agrega un pasaje sosegado para apaciguar un poco la cosa –a mi criterio, el tema más descartable del trabajo. Un aspecto que critico de este álbum homónimo es la balada Driftaway; no es una mala canción para nada y tiene encanto, pero no encaja con la naturaleza más fuerte y contundente del trabajo. En sí, es una pieza que podría ser un tanto optimista en lo musical y que deja a la banda relajarse un poco en lo instrumental, además de que Corabi tiene una buena voz y eso hace que Driftaway sea disfrutable. Así termina un álbum bastante trabajado, detallista, con grandes canciones y con una evolución musical notable en comparación con sus trabajos previos. En cuanto al nuevo, Corabi, hizo una labor excepcional y un servidor les asegura que no extraña a Neil cada vez que escucha este Mötley Crüe. Una obra sensacional y que los ponía en el punto más alto de su carrera, musicalmente hablando.


Y como podrán imaginar, el álbum fue un rotundo fracaso en lo comercial. Por más que fuera actual, vanguardista y con muchos temas de calidad, el moniker de Mötley Crüe y lo que eso conlleva pesó mucho para la promoción de un trabajo que a duras penas llegó a 500.000 ventas. Lo peor del caso fue que la culpa del susodicho “fracaso” del álbum fue lanzada al propio Corabi que se despachó una actuación consagratoria y nunca fue realmente valorado por el simple hecho de que no era el primer vocalista, a pesar de su enrome calidad. Le atribuyeron la culpa porque el trabajo no vendió y que no era Vince Neil, cosa que al final derivó en su éxodo de la agrupación y el retorno del agraciado vocalista al ruedo para que el grupo retornara a su estilo de otrora. Lo que pudo haber sido una renovación notable de Sixx y compañía se convirtió en uno de los primeros pasos para que se transformaran en un grupo de revival, como sus demás coetáneos de la época. Una lástima y otra prueba de que no siempre es la calidad lo que te hace sobrevivir en esto sino más bien el manejo del negocio.

El homónimo de Mötley Crüe es un capítulo fascinante de la sórdida historia de la agrupación y es la prueba fehaciente de que hay agrupaciones que tienen mucho más de lo que dejan entrever. Es, al final del día, una demostración de talento, garra y técnica de una banda que se atrevió a desligarse del pasado para dar cabida a nueva versión de sí mismos que tal vez no agrade a sus fans más irredentos, pero que es una obra notable y la mejor de su carrera. Altamente recomendable por un servidor.

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2 comentarios:

  1. Un disco diez puntos,es una obra de arte para mi gusto! Amo este álbum!!
    Todos los músicos la rompen,Corabi maneja sus cuerdas vocales de una forma admirable,Lee aporrea su kit como nunca,mete breaks por todos lados y con un gusto digno de un grande.
    Mars adorna cada tema con sutiles destellos desde su viola y Sixx hace su papel a la perfección.
    Temas a destacar TODOS jeje....Grande los Crue por arriesgar y sacar este grandioso trabajo.
    Te felicito Tenza por la gran reseña que hiciste,un gran abrazo!!!!

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  2. Un ábum infravalorado que no pierde frescura con el paso de los años. Grandísima crítica, Kevin!

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