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lunes, 26 de octubre de 2015

Crítica: Paul Di'Anno's Battlezone – Fighting Back



Había una vez, en una tierra lejana –unas islas, para ser preciso-, un príncipe rebelde. Éste príncipe no era de sangre azul o curtido en la alta sociedad; era un príncipe que hizo gala de su carisma y de su garra para codearse con la crema innata de su reino. En su camino, se topó con una doncella; una doncella como ninguna que él (o nadie) hubiera conocido. Él, intrigado por la singularidad de esta doncella, se atrevió a ir detrás de ella –siendo nuestro protagonista un pordiosero que se había convertido, a base de personalidad y talento natural, en un miembro de la realeza. La doncella y el príncipe rebelde encontraron entre ellos un idilio que parecía destinado a la eternidad y a una gloria inusitada en la historia del reino; pero nuestro protagonista no pudo con los demonios que lo descocían desde su interior y pronto, sin darse cuenta, su doncella, aquella con la que iba a conquistar más reinos en el horizonte, se fue con otro forastero. Mientras el príncipe rebelde se ahogaba en sus demonios, la doncella había encontrado al hombre con el que se volvería una reina absoluta –su complemento perfecto con el cual se sentiría entera. Aquí, nuestro relato se bifurca en dos senderos pero la mayoría se queda con el camino de la doncella y el príncipe idílico. ¿Qué pasó con aquel príncipe forajido perdido en sus tinieblas? Pues él siguió por el camino de la perdición y trató de recuperar su trono por su cuenta. No habría doncella porque ya no la necesitaba; se iba a entronar por su cuenta. Y así, sin hacer mucho alarde e inequívocamente olvidado por el mundo, el príncipe rebelde iba a responder a la pelea. Por si no lo captaron, estoy hablando de Paul Di’Anno, el primer vocalista de la historia de Iron Maiden.



Pobre Paul: simplemente no dio pie con bola luego de su más que celebérrimo éxodo de la banda de Steve Harris. Di’Anno, con su actitud y sus vocales tan crudas, fue una parte vital de la primera encarnación del grupo más grande de la historia del Metal; álbumes como el homónimo y el Killers son los cimientos con los cuales se comenzó el legado de la Doncella –y Paul tuvo mucho que ver en ello. Era un vocalista atrevido, salvaje, ineducado y déspota; era la yuxtaposición idónea de la música tan perfectamente balanceada entre melodía e intensidad de Harris. Era caos aunado a perfección sonora. Pero así como era un frontman descomunal y un vocalista que no sonaba como ningún otro, era igual de inestable por sus adicciones y eso terminó por costarle su puesto en Iron Maiden. Y luego llegaría Dickinson para tomar el testigo y erigirse como la voz suprema del mejor combo musical que ha producido nuestra música en cinco álbumes irrepetibles; todo a expensas de un Di’Anno que se lanzó a las profundidades del abismo, de la bebida y de las drogas luego de su expulsión de ese Jardín del Edén musical. Afortunado como pocos de tener ese puesto, lo dilapidó.




El gran espectro del mundo metalero sepultó a Paul en los anales de la historia luego de sus dos álbumes con Maiden y es fácil entender por qué: el tipo nunca montó un grupo consistente ni colaboró con ninguno que produjera algo que derivara en algún tipo de éxito, sea netamente comercial o artístico. Eso no quiere decir que no lo intentó y el malogrado vocalista se montó diferentes proyectos de estilos muy variables, siendo el que nos toca hoy, Battlezone, el más destacable. Este proyecto fue establecido luego de que el primer grupo luego de su salida de Maiden, Di’Anno, se separara tras un mero trabajo que dejó sensaciones agridulces por su sonido más Pop y amigable para las masas. Paul Di’Anno se trata de Metal intenso y crudo con su más que constatada influencia Punk; no se trata de ser user-friendly para los oyentes. Pues, éste nuevo grupo nació para satisfacer a aquellos oyentes que lo querían escuchar en su faceta más metalera y desatada. Así que en 1.986 unió fuerzas con John Wiggins (Tokyo Blade) y John Hurley en las guitarras, Sid Falck (Overkill) en la batería y Pete West (Jackal) en el bajo para crear el primer trabajo de su nuevo proyecto, Fighting Back.



Desde el principio, la batalla de Paul para hacer olvidar su pasado con la Doncella era cuesta arriba, pero igual eso no importaba; al sujeto le encanta dar guerra. Battlezone es la respueta de Di’Anno a Harris; su forma de decirle al bajista “hey, yo no los necesito a ustedes y voy a triunfar a mi modo”. Este primer opus de este más que interesante proyecto es un sonido netamente metalero clásico con uno que otro tinte de Thrash y Speed, estilos que a nuestro protagonista siempre les atrajo. Aquí escucharemos un par de guiños a la Doncella, pero con la impronta de un Paul que se rodeó de buenos instrumentistas y soltó su infierno sonoro tan característico. Tiempo de darle play al álbum y tiempo de pelear. Que Paul tiene su batalla personal.




La que da el puntapié inicial al álbum es Welcome to the Battlezone donde imperan riffs muy en la onda de lo que hacían Accept y Judas Priest durante años y con un Paul que sigue sonando con tanta mala y agresividad como en sus años con Maiden, pero dejando esos momentos más melódicos en su voz. El estribillo es trepidante y con un patrón en la batería más reminiscente a los grupos de Thrash –recuerden que ya estamos en 1.986 y ahí ese estilo ya estaba bien asentado. Paul no se ha amilanado un poco, hombre. Running Blind empieza con un talante de balada apaciguada donde los guitarristas crean una atmosfera muy atrapante mientras que Di’Anno aprovecha esto para demostrar que cortes como Remember Tomorrow, Strange World o Prodigal Son no eran coincidencia sino una constante en su voz. Luego de ese minuto tranquilo, la canción se transforma en una apisonadora sónica con unos ritmos matadores y un Di’Anno que se nota cómodo en estas tesituras tan intensas, rayando en Thrash Metal. Como dato curioso, éste era el tema con el que abrían los conciertos con ese inicio relajado y luego la aceleración.



Mucho Heavy clásico de la NWOBHM es expresado en Welfare Warriors con los riffs de Wiggins y Hurley –el tema que más hace resonar el pasado de Paul. Una canción con una melodía y estructura muy marcadas por las guitarras. Too Much To Heart –que alguien me explique la traducción de ese título que no lo entiendo muy bien- apesta a Hard ‘n’ Heavy de los 80s con ese estilo hímnico y ese patrón en las baterías de un Falck que ya comenzaba a cimentarse como un baterista de armas tomar; estamos ante una canción que también ostenta una cierta solemnidad en las guitarras y donde Paul cuaja una gran actuación vocal. Éstos eran los tiempos donde Di’Anno era el amo y encarnaba el “truismo” que pregonaban los Manowar; no solo atrapaba al oyente por sus dotes de vocalista, sino por la actitud y la forma en la que te vende el asunto. Battlezone no reinventa nada que no se haya escuchado por esos años, pero lo hace con estilo. Un corte como Warchild, con todo y su velocidad atronadora, se escucharía un tanto mundano si no fuera el nacido en Londres el que cantara. Iron Maiden y Killers siempre estarán en la cima de su carrera, pero aquí hay mucha genialidad y hay que saber entender que aunque jamás igualó a la Doncella –ni siquiera cerca-, sí supo ofrecer material de calidad, al igual que reverendas porquerías. Como cualquier músico.




(Forever) Fighting Back es locura acelerada de la NWOBHM con un muy buen doble bombo y riffs de guitarra amalgamados al Speed Metal que se fraguaba por esos años con un Paul que parece sentirse como un pez en el agua en este contexto. Uno de los cortes más Heavies y con una aura 100% Priest es Feel the Rock y sus ritmos a medio tiempo, partes de guitarra trabajadas y un Paul que no para de derrochar talento. Altamente comercial (pero aún así me encanta, lo reconozco) es Voice of the Radio, donde la banda se despacha una muy buena actuación –no son nada del otro mundo, pero son competentes y cumplen su cometido- y nuestro protagonista sigue haciendo de las suyas. El estribillo es extremadamente pegajoso y les aseguro que se les va a quedar en la cabeza al finalizar la canción; si no es así, me como mi propio pie… ok, no, pero ustedes me entienden. Como preludio al plato fuerte del álbum, la power ballad del álbum es In The Darkness con un Di’Anno magistral en las vocales y la banda en plan Saxon/Accept/Priest con una instrumentación totalmente deudora a esos grupos. Una pieza entretenida, directa y que sirve para dejarnos preparados para lo que viene.



The Land God Gave to Cain es una de las mejores canciones que Paul Di’Anno ha fabricado en toda su maldita carrera; una demostración de casi ocho minutos donde nos hace saber que, en su día, podía competir contra cualquiera en su ámbito. Los riffs de la canción son de lo mejorcito del trabajo, Paul está en su plenitud vocal y la canción es un carrusel de pasajes que rozan en lo épico sin sonar amilanados o delicados –toda la pieza está impregnada con la crudeza y la suciedad musical de Di’Anno. Hay un breve pasaje en el ecuador de la canción donde se entrelazan guitarras semi-acústicas con el vocalista entonando en un tono bastante solemne para luego retornar, de manera progresiva y brillante, a la dureza sonora que hemos experimentado hasta el momento. Una canción que termina imperiosa, apasionada y con una técnica, una majestuosidad, que pocas veces se le ha atestiguado a Paul y que creo que nunca más escucharemos en su carrera al ser hoy en día un despojo de lo que una vez fue. Una de esas canciones que deben ser escuchas como un metalero de calidad. Una forma excepcional para terminar un álbum totalmente gozador y que es de ésos debuts que muestran a una banda con las ideas clarísimas.




En mi no tan humilde opinión, Battlezone fue el proyecto donde más sobresalió Paul Di’Anno luego de su éxodo de Maiden; creo que aquí se rodeó de músicos que comprendían sus inquietudes musicales y se enfocaron en hacerlo brillar. Fighting Back es uno de esos trabajos donde ha resaltado como pocas veces la voz de Paul y te hace entender que él está ahí entre los grandes a base de carisma, talento y actitud. Por supuesto, y como le pasó en Iron Maiden, los malos roces con sus compañeros, la ley y sus adicciones terminaron por destrozar a una agrupación que pudo haber sido, a la larga, su regreso a la tarima principal del Heavy Metal. Paul Di’Anno es un personaje condenado a la animosidad y esclavo a sus demonios internos; un triste Icarus que trató de volar tan alto que acabó por perderlo todo en aras de una vida que lo despojó de una gloria que merecía. Tantos arrestos, problemas legales, vicios, maltratos a su voz y rupturas de agrupaciones han mancillado el legado de uno de esos caudales de talento que pudo haber tenido una carrera brillante y que solamente podrá pensar en que dilapidó una oportunidad por la que todos hubiéramos matado.



Había una vez un príncipe, desterrado, desgraciado y sin doncella, que siguió vagando por tierras distantes. Aún busca reinos que conquistar, guerreros que vencer y pueblos que hurtar. Pero ya su cuerpo ya no es lo que era y su alma, tan agotada y menguada por las adversidades, no puede empujarlo como antes. Rechazó las promesas del cielo que le ofreció la doncella por la lujuria de un destino nublado en la tierra de los mortales. Un príncipe que pudo haber sido rey de miles de reinos ahora no es más que un plebeyo con un pasado glorioso. Un plebeyo que sigue luchando contra la corriente.

1 comentario:

  1. Pués yo voy a dar mi opinión, creo que don Dianno los Maiden no serian hoy día tan grandes y jamás hubiesen grabado un disco como Number of the beast que los catapulto a lo más alto, aun hoy día cuando lo escucho se me pone la piel de gallina.
    Creo que aparte de sus adicciones ya daba muestras de no querer tocar Heavy y eso a harrys le mosqueaba mucho, y lo de sus "problemillas" fué solo la puntilla para que lo botaran, pero que ya era historia antes de eso.
    Por otro lado, aunque en disco eran competentes los Battlezone yo les vi en la gira del disco Children of Madness y en directo eran penosos, fueron teloneados por una banda española que solo tenía maquetas llamada Esfinge y les dieron un buen repaso a Di anno y sus Battrlezone, la verdad es que no estuvieron muy finos esa noche.

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