Visitantes

martes, 16 de agosto de 2016

Crítica: Obituary – World Demise



El Death Metal a finales de los 80s y a principios de los 90s fue, a mis ojos, una de las revoluciones musicales más puras y excitantes en todas las vertientes rockeras y metaleras que han surgido en las últimas seis décadas. ¿Hipérbole? No lo creo. Pocos movimientos musicales han nacido con un ideario tan claro y que tuviera una sucesión de escenas tan prolíficas en tan poco tiempo; a finales de los 80s y a principios de los 90s se formaron un cúmulo de agrupaciones que tomaron su base del Thrash y lo llevaron a paradigmas más cruentos, avasalladores y oscuros que, simple y llanamente, sobrepasaron muchos de los límites que sus coetáneos no pudieron (o no quisieron) romper. Sin pasar la raya del extremismo radical del Black Metal noruego, el Death Metal fue, por esos años, la máxima expresión de brutalidad que el género podía ostentar. Y la revolución Deather a principios de la década noventera probó que había cabida en el mercado para grupos como Morbid Angel, Death, Deicide, Entombed, Carcass, Cannibal Corpse y nuestros protagonistas de hoy, Obituary. Y éstos últimos fueron vitales para demostrar que todos los senderos no estaban transitados y que había mucho más por recorrer.

La banda de los hermanos Tardy ya era, a mediados de los 90s, uno de los grupos por antonomasia del mundo del Death Metal con su propuesta de riffs embrutecidos, velocidad reminiscente al Thrash y un John Tardy que era (y es) una bestia invocada por los mismísimos infiernos en las vocales. Sus letras dibujaban esas imágenes de muerte, tinieblas y torturas que uno podía visualizar mediante su música; eran la agrupación que encarnaba todas las idiosincrasias del Death Metal y además de eso, eran uno de los grupos más solventes en el área de mercadeo –solo hay que ver cómo su tercer trabajo, The End Complete, es uno de los álbumes más vendidos de la historia del sub-género. Pero como dijimos en el primer párrafo, habían senderos que no habían sido transitados para muchos de estos grupos y ya a mediados de la década de los 90s, el Death Metal comenzó a entrar en un proceso de reestructuración donde tocaba probar con fórmulas nuevas y en 1994, Obituary hizo caso a esa instrucción con su cuarta obra, World Demise. Uno de esos primeros coqueteos de los de Tampa con caminos no tan arraigados a los puristas del Death crudo y abrasivo, pero aún manteniendo la esencia de lo que los hizo inmortales en el mundo de nuestra música.

Como dijimos en la crítica del Burn My Eyes, el Groove Metal había surgido en el intermdio de la década como una alternativa sonora donde predominaban los riffs y los ritmos más contundentes; nuestros muchachos de la escena Deather supieron percatarse de la escena que se estaba montando en su país y decidieron agregar elementos de la misma a su sonido netamente agresivo y avasallador. World Demise no solo presenta a uno de los bastiones principales del Death Metal ralentizando su sonido y añadiendo riffs más mugrosos, sino también haciendo un cambio de estilo en sus letras: aquí abrazan unos conceptos líricos más vinculados a la crítica social acerca del medio ambiente y pertrechos al maldito ser humano que no para de matar al mundo en el que vive. Pocos álbumes lidian con este tipo de temáticas en sus letras y es un motivo por el cual World Demise sobresale como una de las ofrendas musicales más interesantes del extenso catálogo de Obituary: una habilidad para mantener la (im)pureza de su sonido y aún así alterarlo hacia un mercado más extenso. Incluso en la portada dejan atrás las masacres, las imágenes oscuras o tenebrosas para dar paso a la realidad de la contaminación, que es al final del día la verdadera tenebrosidad del mundo. Comprendieron que no hay mayor brutalidad que lo real e invocaron a los demonios más sinceros que pueden existir: los seres humanos.

Nuestra espiral descendente de la condición humana comienza con un trallazo en toda la extensión de la palabra como es Don’t Care, que es un corte que encarna las idiosincrasias del trabajo en su totalidad. Este tema fue el título de un pequeño EP que publicaron antes del álbum y supone una declaración muy clara de sus intenciones puesto que los riffs son más brutos y básicos en comparación con lo hecho anteriormente; pero que aún disponen con la fuerza y el buen hacer de la agrupación. Mucho énfasis en las guitarras de Peres y West y las vocales de ultratumba de John Tardy que suena más deshumanizado que nunca; una encarnación apropiada de la idea del álbum. Un poco más monolítica y con tintes de himno es el tema título, donde la batería de Donald Tardy impera más; oído a esos pasajes que suenan casi a nave alienígena –lo sé, es una referencia estúpida, pero es lo que se me ocurrió al escucharlo- y que le da un porte un poco más épico a la canción.

Burned In comienza lenta, taciturna, como quien no quiere la cosa; una vez que prorrumpe la voz de Tardy nos lanzan a su clásico sonido fangoso y que aquí ha ganado ciertas tonalidades de Thrash y Groove; es realmente un corte arquetípico de la agrupación. El siguiente tema me gusta bastante; Redefine es una composición que inicia con unas voces pregrabadas y que explota con una estructura un poco más rítmica que las canciones previas y que incluso, sin ánimos de sonar controversial, me recuerda en sus momentos más álgidos a lo que haría Sepultura con el álbum Roots en el ’96 –tal vez Max y compañía tomaron algún que otro dato de esta pieza. Más cambios de ritmos y revoluciones se muestran en Paralyzing, que es quizás una de las piezas que más se asemeja a las de sus primeros álbumes y que servirá como un punto de remembranza para los aficionados que estén clamando por algo un poco más clásico; estoy seguro que su alta velocidad y sus pasajes un tanto intricados alegrarán a los oyentes más exigentes de este rubro.

Tal vez uno de los defectos del trabajo es lo homogéneo que puede llegar a sonar puesto que hay muchas similitudes entre varias de las canciones, cosa que se puede demostrar en cortes como Solid State, Splattered o Final Thoughts. Aunque los de Obituary nunca han sido los más virtuosos a la hora de escribir, les recomiendo su lectura porque considero bastante encomiable a una agrupación que se salga de su zona de comodidad para redactar ideas un tanto más intricadas y trabajadas. Más tralla de la buena con Boiling Point, Set In Stone y Kill For Me. Realmente no hay mucho que un servidor pueda acotar ya que muchas de las canciones se basan en la contundencia de las guitarras, un modelo de composición muy basado en medio tiempos que solamente pueden ser definidos como fangosos y un Tardy que está, como siempre, pletórico.

World Demise fue el intento de Obituary de desmarcarse de los paradigmas en los que se hallaban y entablar un trabajo que fuera un poco más atrevido y con un mensaje mucho más trascendental que las típicas líricas sobre matanzas, zombies y descomposiciones corporales. Y aunque musicalmente hablando tal vez palidezca en comparación con sus hermanos mayores, esta obra de los de Tampa supone el primer intento por mantenerse relevante en el mundo del Metal e ir más allá de una escena que ya comenzaba a cansarse de las bandas de Death Metal que trataban con líneas musicales y compositivas bastante similares. Siendo uno de los grupos más icónicos y representativos del movimiento, supieron tomar al toro por los cuernos y arriesgarse con una obra que, a criterio de un servidor, gustará tanto a propios como extraños. Solo se necesita una mente abierta. O citando a Obituary: ¿Acaso no te importa?

No hay comentarios:

Publicar un comentario