El Death Metal a finales de los 80s y a
principios de los 90s fue, a mis ojos, una de las revoluciones musicales más
puras y excitantes en todas las vertientes rockeras y metaleras que han surgido
en las últimas seis décadas. ¿Hipérbole? No lo creo. Pocos movimientos musicales han nacido con un ideario tan claro y que
tuviera una sucesión de escenas tan prolíficas en tan poco tiempo; a finales de
los 80s y a principios de los 90s se formaron un cúmulo de agrupaciones que tomaron
su base del Thrash y lo llevaron a
paradigmas más cruentos, avasalladores y oscuros que, simple y llanamente,
sobrepasaron muchos de los límites que sus coetáneos no pudieron (o no
quisieron) romper. Sin pasar la raya del extremismo radical del Black Metal noruego, el Death Metal fue, por esos años, la
máxima expresión de brutalidad que el género podía ostentar. Y la revolución Deather a principios de la década
noventera probó que había cabida en el mercado para grupos como Morbid Angel, Death, Deicide, Entombed, Carcass, Cannibal Corpse y
nuestros protagonistas de hoy, Obituary.
Y éstos últimos fueron vitales para demostrar que todos los senderos no estaban
transitados y que había mucho más por recorrer.
La
banda de los hermanos Tardy ya era, a mediados de los 90s, uno de los grupos
por antonomasia del mundo del Death Metal
con su propuesta de riffs embrutecidos, velocidad reminiscente al Thrash y un John Tardy que era (y es)
una bestia invocada por los mismísimos infiernos en las vocales. Sus letras
dibujaban esas imágenes de muerte, tinieblas y torturas que uno podía
visualizar mediante su música; eran la agrupación que encarnaba todas las
idiosincrasias del Death Metal y
además de eso, eran uno de los grupos más solventes en el área de mercadeo –solo
hay que ver cómo su tercer trabajo, The
End Complete, es uno de los álbumes más vendidos de la historia del
sub-género. Pero como dijimos en el
primer párrafo, habían senderos que no habían sido transitados para muchos de
estos grupos y ya a mediados de la década de los 90s, el Death Metal comenzó a entrar en un proceso de reestructuración
donde tocaba probar con fórmulas nuevas y en 1994, Obituary hizo caso a esa instrucción con su cuarta obra, World Demise. Uno de esos primeros
coqueteos de los de Tampa con caminos no tan arraigados a los puristas del Death crudo y abrasivo, pero aún
manteniendo la esencia de lo que los hizo inmortales en el mundo de nuestra
música.
Como
dijimos en la crítica del Burn My Eyes,
el Groove Metal había surgido en el
intermdio de la década como una alternativa sonora donde predominaban los riffs
y los ritmos más contundentes; nuestros muchachos de la escena Deather supieron percatarse de la escena
que se estaba montando en su país y decidieron agregar elementos de la misma a
su sonido netamente agresivo y avasallador. World Demise no solo presenta
a uno de los bastiones principales del Death
Metal ralentizando su sonido y añadiendo riffs más mugrosos, sino también
haciendo un cambio de estilo en sus letras: aquí abrazan unos conceptos líricos
más vinculados a la crítica social acerca del medio ambiente y pertrechos al
maldito ser humano que no para de matar al mundo en el que vive. Pocos
álbumes lidian con este tipo de temáticas en sus letras y es un motivo por el
cual World Demise sobresale como una
de las ofrendas musicales más interesantes del extenso catálogo de Obituary: una habilidad para mantener la
(im)pureza de su sonido y aún así alterarlo hacia un mercado más extenso.
Incluso en la portada dejan atrás las masacres, las imágenes oscuras o
tenebrosas para dar paso a la realidad de la contaminación, que es al final del
día la verdadera tenebrosidad del mundo. Comprendieron
que no hay mayor brutalidad que lo real e invocaron a los demonios más sinceros
que pueden existir: los seres humanos.
Nuestra
espiral descendente de la condición humana comienza con un trallazo en toda la
extensión de la palabra como es Don’t
Care, que es un corte que encarna las idiosincrasias del trabajo en su
totalidad. Este tema fue el título de un pequeño EP que publicaron antes del
álbum y supone una declaración muy clara de sus intenciones puesto que los
riffs son más brutos y básicos en comparación con lo hecho anteriormente; pero
que aún disponen con la fuerza y el buen hacer de la agrupación. Mucho énfasis en las guitarras de Peres y
West y las vocales de ultratumba de John Tardy que suena más deshumanizado que
nunca; una encarnación apropiada de la idea del álbum. Un poco más
monolítica y con tintes de himno es el tema título, donde la batería de Donald
Tardy impera más; oído a esos pasajes que suenan casi a nave alienígena –lo sé,
es una referencia estúpida, pero es lo que se me ocurrió al escucharlo- y que
le da un porte un poco más épico a la canción.
Burned In
comienza lenta, taciturna, como quien no quiere la cosa; una vez que prorrumpe
la voz de Tardy nos lanzan a su clásico sonido fangoso y que aquí ha ganado
ciertas tonalidades de Thrash y Groove; es realmente un corte arquetípico
de la agrupación. El siguiente tema me gusta bastante; Redefine es una composición que inicia con unas voces pregrabadas y
que explota con una estructura un poco más rítmica que las canciones previas y
que incluso, sin ánimos de sonar controversial, me recuerda en sus momentos más
álgidos a lo que haría Sepultura con
el álbum Roots en el ’96 –tal vez Max
y compañía tomaron algún que otro dato de esta pieza. Más cambios de ritmos y
revoluciones se muestran en Paralyzing,
que es quizás una de las piezas que más se asemeja a las de sus primeros
álbumes y que servirá como un punto de remembranza para los aficionados que
estén clamando por algo un poco más clásico; estoy seguro que su alta velocidad y sus pasajes un tanto intricados alegrarán
a los oyentes más exigentes de este rubro.
Tal
vez uno de los defectos del trabajo es lo homogéneo que puede llegar a sonar
puesto que hay muchas similitudes entre varias de las canciones, cosa que se
puede demostrar en cortes como Solid
State, Splattered o Final Thoughts. Aunque los de Obituary nunca
han sido los más virtuosos a la hora de escribir, les recomiendo su lectura
porque considero bastante encomiable a una agrupación que se salga de su zona
de comodidad para redactar ideas un tanto más intricadas y trabajadas. Más
tralla de la buena con Boiling Point,
Set In Stone y Kill For Me. Realmente no hay mucho que un servidor pueda acotar ya
que muchas de las canciones se basan en la contundencia de las guitarras, un
modelo de composición muy basado en medio tiempos que solamente pueden ser
definidos como fangosos y un Tardy que está, como siempre, pletórico.
World Demise fue
el intento de Obituary de desmarcarse de los paradigmas en los que se hallaban
y entablar un trabajo que fuera un poco más atrevido y con un mensaje mucho más
trascendental que las típicas líricas sobre matanzas, zombies y
descomposiciones corporales. Y aunque
musicalmente hablando tal vez palidezca en comparación con sus hermanos
mayores, esta obra de los de Tampa supone el primer intento por mantenerse relevante
en el mundo del Metal e ir más allá
de una escena que ya comenzaba a cansarse de las bandas de Death Metal que trataban con líneas musicales y compositivas
bastante similares. Siendo uno de los grupos más icónicos y representativos
del movimiento, supieron tomar al toro por los cuernos y arriesgarse con una
obra que, a criterio de un servidor, gustará tanto a propios como extraños.
Solo se necesita una mente abierta. O citando a Obituary: ¿Acaso no te
importa?
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