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sábado, 17 de octubre de 2015

Crítica: Trauma - Scratch and Scream



También pueden leer esta crítica en la página llamada El Portal del Metal. La reseña está hecha por el autor TenzaZangetsu, que es el seudónimo de un servidor en dicho página.

¿Trauma? Me suena el nombre, me suena. Siento que he escuchado ese nombre antes. Lo sé, no tengo dudas. No sé de dónde, pero he escuchado de ellos antes. Pero supongo que con el pasar de la reseña me acordaré. Si no, ¿para qué los tengo a ustedes, entonces, mis afables y leales lectores?



Surgidos de las profundidades de ese hervidero de locura, rabia, intensidad y cólera sonora que era el movimiento de la Bay Area, aquí tenemos a otros de esos dinosaurios olvidados por el cruento paso del tiempo. Estos Trauma -me siguen sonando de algún lado- representan a una estirpe casi extinta: la del metalero ochentero, clásico, pendenciero y que vivía esto del Metal como algo más que un mero estilo de música. Recuerden que los tiempos eran muy diferentes en esos años: la escena era más intensa y más radical. No bastaba con solo sonar bien; tenías que desvivirte por esta música y saber hacer llegar tu mensaje a las masas. Todo comenzaba con un sueño, con una guitarra en la mano y con una idea; una idea de querer ser el próximo ídolo. Los niños de los 80s ya estaban hartos de Page, Iommi o los monstruos Progresivos de la década anterior; necesitaban nuevos monolitos a cuáles venerar, y ahí estaba la New Wave of British Heavy Metal y el posterior movimiento Thrash para satisfacer a un público que clamaba por nuevos baluartes de la idolatría. Los 80s necesitaban nuevas respuestas y nuevas expresiones; así nació el concepto más formado y ortodoxo de nuestro amado Metal.



A principios de los 80s, habían muchas, demasiadas, bandas que buscaban extender los horizontes musicales del Metal a vertientes más extremas, salvajes y corrosivas. La Bay Area de San Francisco se convirtió en el epicentro de reunión para todos aquellos músicos imberbes que amaban el movimiento de la NWOBHM y querían más de eso, pero con aún más salvajismo; y así nació lo que hoy conocemos como Thrash Metal. En 1.982, nuestros protagonistas dieron sus primeros pasos en la escena con una colaboración en el compilatorio de Metal Blade Records, Metal Massacre II -que incluía grupos de nivelón como Warlord, Overkill y Armored Saint-, con su tema Such a Shame. Hicieron todos los pasos y procesos que conlleva ser una banda en su etapa de incepción y que no tiene muchos recursos: hacer promoción mediante volantes, autofinanciar sus instrumentos musicales, tocar en bares por miserias y abrir por otros grupos. Tocaron en los lugares más transcurridos y conocidos de esa ciudad e incluso algunos fuera de ellas; The Stone, The Troubadour o Whisky A Go Go fueron algunos de los recintos en los que tocaron para hacerse un nombre, por lo menos levemente conocido, en la escena. Ése es el estilo de vida del metalero de estirpe: trabajar como un esclavo en nombre del Metal más puro y noble. Dios, qué Manowar me salió ese comentario.



Y me sigue sonando este grupo.



Así continuaron hasta la publicación de una demo en ese mismo año –demo que contaba con el tema del compilatorio pero que, extrañamente, no tuvo cabida en la versión original del trabajo. Luego de un cambio en la alineación, la banda siguió hasta 1.984 cuando publicaron el debut que tenemos entre manos, Scratch and Scream. Trauma fueron a la guerra de la Bay Area con las ideas bien claras: ser lo más ruidosos, salvaje y potente que fuera posible. Este grupo sabía tocar Heavy Metal y, aunque la producción bastante defectuosa del álbum no ayuda, también estaba formado por músicos que sabían una cosa o dos acerca de cómo tocar sus instrumentos. El debut de estos muchachos de San Francisco es Heavy Metal con muchos toques de los entonces nacientes estilos del Thrash y el Power Metal. ¿Mucha batería retumbante? ¿Guitarras afiladísimas? ¿Un vocalista que suelte chillidos inconmensurables? ¿Una portada de estilo primitiva, oscura e intrigante? El Scratch and Scream de Trauma te lo tienen asegurado.



Al mal tiempo, buena cara, como dicen; eso pareciera que están diciendo al abalanzarse contra el oyente con ese martillazo sonoro que es The Day All Hell Broke Loose -un temazo explosivo de Speed Metal chillón y abrasivo. El baterista Kris Gustofson golpetea su kit de batería como si no hubiera un mañana, las guitarras son muy deudoras del movimiento Thrash que comenzaba a dar señales de identidad y el vocalista, Donny Hillier, es un Halford alocado y sin amaestrar; uno de esos tantos vocalistas de la época que solo buscaban sonar lo más salvaje, agudo y alocado que fuera posible. La canción es un vicio total y les aseguro que la escucharán una y otra vez hasta saberse el más mínimo detalle de la misma. Una forma muy contundente de presentarse…. THE DAY ALL HELL BROKE LOOSE!!!!! (*la canta totalmente fuera de tono a todo pulmón*)



Bajan un poco las revoluciones –que nos iban a matar si seguían así- con Bringin’ the House Down, una pieza muy deudora de la NWOBHM y con cierto tufo del Kill ‘em All de Metallica en el estilo de las guitarras y con un estribillo 100% hecho en los 80s; una de esas canciones que, aunque buenísimas, nos dejan entrever que la banda tiene mucho de otras agrupaciones. Eso no evita que disfrutemos con su trabajo y aquí las guitarras son bastante gozadoras, siendo complementadas por Hillier que trata de llevar sus vocales a la estratosfera. Recordándonos a los Judas Priest más clásicos del Screaming for Vengeance, I Kill for Less -me encanta ese título, por cierto- es un medio tiempo que trasladará a los más veteranos de mis lectores a tiempos más sencillos y disfrutables. Es una canción muy Heavy, muy hímnica, y con unos solos de guitarra que oscilan entre el Metal clásico de Priest o Accept con lo que estaban cocinando Metallica, Metal Church e incluso Slayer por esos años. Todo Scratch and Scream tiene un sonido añejo que realmente captura lo que era 1.984 en lo que a música pesada se refiere.



El tema título es uno de los platos fuertes de la cuestión con su estructura musical un poco más aventurera y con muy buenas melodías; recomiendo la versión remasterizada del trabajo para realmente apreciar las composiciones de esta obra. Es una canción donde las guitarras -como en casi todo el trabajo, siendo sinceros- tienen mucho protagonismo y el baterista, Gustofson, sigue haciendo de las suyas –realmente le da otra dimensión sonora a todo el álbum. Es una de las piezas más atractivas del disco y que realmente merecen ser escuchadas; oído a cómo el solo de guitarra, tan caótico y melódico, se entrelaza con el estribillo para llegar al zenit de la canción. Hermosa locura musical.



Y aún sigo pensando en dónde los he escuchado…



Trauma no son solo Metal duro y preponderante, sino que también tienen espacio para melodías más obvias como las que se presentan en The Warlock. Un tema que inicia con una cierta aura ominosa a lo Black Sabbath y que luego transmuta en un Speed Metal primigenio que no deja ni un solo sobreviviente. A diferencia de los otros temas, éste tiene un cierto fondo melódico. Lay Low retorna un poco más a lo que grupos como Venom, Motörhead, Satan e incluso Diamond Head pregonaron en sus trabajos a comienzos de la década pero más americanizados y con una sensibilidad sonora más afilada –en ciertos momentos me recuerda también al grupo Burning Starr, pero ésas son cosas mías.



Con más influencia Sabbath y con un enfoque más melodioso, In The End nos agracia con una introducción trabajada que va in crescendo hasta convertirse en un tema muy pero muy influenciado por la banda de Halford y compañía. Otro tema hímnico con cierto toque Power Metal; y en donde me pregunto cómo hace Donny Hillier para cantar en un registro tan estridente durante toda la cuestión –pareciera que sus pulmones no se agotaran. El himno por excelencia del álbum, y de la banda en general, es We Are Watching You, donde dejan en las letras el claro mensaje de las intenciones de la banda y se inspiran para hacer un corte muy Heavy -casi que puedes imaginar el cuero, las melenas y las Flying V. Hay un pasaje melódico muy interesante con las guitarras que terminan por convertirse en algo muy épico y me atrevería a decir majestuoso; me trae ciertos recuerdos a los Rainbow de Ronnie James Dio. Una canción muy interesante.



La última canción de la versión original del álbum es Flight of the Raven y es definitivamente la canción más distintiva de todo el trabajo; si The Day All Hell Broke Loose fue una hecatombe de Speed Metal, entonces esta pieza es un intento (satisfactorio) del grupo por tratar una fórmula un tanto diferente a la utilizada hasta este momento. Aquí Hillier no se aleja mucho de sus chillidos, pero le agrega más dramatismo e histrionismo; trata de cantar más. Los guitarristas entrelazan momentos de genuina melodía y tranquilidad con la premura y tensión del resto de la obra; como siempre, la labor del baterista es invaluable para hacer mover a este grupo por tesituras extremas por esa época. Una de mis canciones predilectas del álbum y de la banda porque permite variar un poco en un trabajo que es, para todos los efectos, bastante homogéneo.



El mayor defecto de Scratch and Scream es que surgió en una época y en un movimiento donde incontables agrupaciones pregonaban el mismo estilo y con las mismas idiosincrasias; eran simplemente un grupo más en un vasto océano de peces musicales. Es por eso que, a pesar de su estatus de álbum de culto, no es visto como una obra maestra sin reconocimiento o una joya olvidada –es más bien un buen trabajo sin atención. Eso no evita que este trabajo sea disfrutable o que no sea bueno, ni muchos menos; pero está falto de esa singularidad que manifiestan los trabajos de grandes grupos que surgieron en la Bay Area –ustedes saben quiénes son, no necesito decirles. Lo que todavía me tiene acomplejado es que no sé de dónde demonios los he escuchado antes…



¡Ah! ¡Ya lo tengo! ¡Por supuesto!



Trauma es la banda en la que tocó el fallecido Cliff Burton antes de unirse a Metallica. ¡Sabía que había escuchado su nombre antes! El ya mencionado Burton fue miembro fundador de la banda y estuvo en la misma por tres años antes de su fichaje por el grupo de Ulrich, Hetfield y Mustaine. El afamado bajista sólo apareció en la primera demo de la banda y en la canción del compilatorio de Metal Blade. A pesar de que logró lo que logró con Metallica, siempre me ha dado curiosidad pensar en lo que hubiera sido de la carrera de Cliff con estos músicos; ciertamente tenían buen hacer y la sapiencia del bajista –incluso los mismos miembros de Trauma reconocen que era un conocedor de la materia y que les enseñó mucho- hubiera ayudado a desarrollar su sonido a algo más concreto y con un poco más de personalidad. Pero jugar al “What if…?” es algo totalmente estéril cuando las posibilidades ya están sepultadas en el pasado. Hay que aceptar la realidad por cómo es; pero eso no evita darnos cuenta de que Trauma y Metallica fueron privados de un músico bastante especial. La versión remasterizada muestra tres canciones que fueron grabadas con Burton en forma de demo: la primera es Such A Shame -un Heavy Metal con mucha influencia del Hard Rock de los 70s y donde se nota que la banda dio sus primeros pasos en esa vertiente-; la segunda es una épica experimental llamada We Are Going Off con mucho tufo a los Deep Purple setenteros con un bajo distorsionado que impera sobre toda la mezcla de un tema que se extiende hasta los ocho minutos; y la tercera es una power ballad bastante entretenida llamada Woman Be Gone donde podemos escuchar a Hillier en un registro más aflautado y melódico. Sinceramente, las tres piezas hubiera agregado una variedad considerable al álbum, pero entiendo que no se agregaran porque pueden pecar de no encajar con la temática tan metalera del resto del álbum.



Luego de la publicación de este debut, la banda haría otra demo y se separarían por falta de repercusión y por carencia de interés de los sellos en ellos. Como es bastante común, este trabajo se convirtió en una pieza de culto y en un objeto de coleccionista por las dificultades que se presentaban a la hora de hacerse con el mismo. Pero con la posibilidad de remasterizar este álbum, el grupo se reunió y consiguió un contrato bastante importante con un sello de nivel. Actualmente acaban de publicar este año un segundo álbum, Rapture and Wrath, y están girando para promover dicha obra.



Scratch and Scream no es una obra maestra ni mucho menos, pero es uno de esos trabajos que nos traslada a una época distante del Heavy Metal y que nos hace saber, una vez más, la infinidad de buenas bandas que no atisbaron el menor resquicio de éxito o fama en el enorme panorama musical. Pero aquí estamos, ¿no? Recordando a un grupo que se tomó 31 años para retornar. Algo bueno habrán hecho, ¿verdad?



Ahora estoy seguro que a ustedes les suena el nombre de esta banda, ¿eh?

PD: quien pueda conseguirme fotos de la banda de la época para la entrada, será recompensado con un crédito en la entrada. Lo sé, se están muriendo por eso.

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