Hay álbumes que te dejan marcado para
toda una vida. Puedes recordar con perfecta claridad
y exactitud el día que lo escuchaste por primera vez y cómo te invadía esa
sensación de emoción al encontrar esa pieza de orfebrería musical que, sin
darte cuenta, estabas buscando desde hace mucho tiempo. Y no estoy hablando
solamente de la música, sino también de las letras, de la portada, del libreto
del álbum e incluso de los conciertos de la gira de dicho trabajo que encapsulan
esa época tan particular del artista en cuestión. Es como si esa obra tomara vida propia y pintara imágenes en los
lienzos de tu mente. Vivencias como ésas no tienen parangón. Un servidor
sabe de lo que habla puesto que lo revive cada vez que escucha el magno Somwehere In Time de Iron Maiden. O como yo lo llamo: el álbum olvidado de la Doncella de Hierro.
En
las postrimerías de la World Slavery Tour
84/85, gira que cimentaría a la banda de Steve Harris como el grupo de Heavy Metal por excelencia de los años 80s,
Iron Maiden era una agrupación
agotada física, mental y creativamente luego de la brutalidad de un tour tan
extenso. Cuenta la leyenda que tal era
la extenuación de la banda por esos tiempos que sus últimos conciertos de esa
gira eran de un nivel bastante pobre y que ya no podían dar más de sí mismos
luego de haber hecho casi doscientos conciertos en doce meses. Una razón
bastante entendible cuando se sabe que el combo británico llevaba cinco álbumes
y un directo en cinco meros años –todo eso entrelazados con giras voluminosas que
iban en crecimiento luego de cada álbum. Por primera vez en esa década –y cosa
que se volvería una norma a partir de ahí-, la banda decide tomarse un tiempo
libre para recuperar la energía perdida en tan cruento tour para luego pensar
en ideas para el sucesor de su seminal quinto trabajo, Powerslave. A pesar de haber sido un álbum muy exitoso y la gira
fue igualmente magnífica, cosa que se puede constatar en el directo Live After Death, había dejado secuelas
que con el pasar de los años afectaría el porvenir del grupo. Y todo eso
empezaba desde el micrófono.
Bruce
Dickinson fue el más afectado por el rigor de la World Slavery Tour y el futuro piloto de aviones reconoció en años
posteriores que ya no le quedaba nada en el tanque como fuerza creativa y que
había barajeado la posibilidad de abandonar al grupo por el hecho de que
pensaba que no podría repetir todo el proceso una vez más. Sentía que no le quedaban energías para continuar luego de que había
pasado por la dificultad tan dura de cantar cinco o seis noches por semana,
cosa que es harto difícil para un vocalista de su registro. Finalmente, lo
convencieron para continuar en la banda; y bien hicieron porque la actuación
vocal de Bruce en este álbum es de las mejores en toda su carrera. Pero hay que
destacar que el vocalista no fue el único en sufrir por esa gira; Steve Harris
también reconocería posteriormente que su mente estaba totalmente frita luego
de la misma. Incluso el mismo Adrian Smith, quien una vez contó una anécdota de
que estaba tan pero tan extenuado y afectado que luego de la gira fue a visitar
a sus padres y acabó tocando en la puerta de la casa equivocada.
Luego
de sus vacaciones –que iban a ser seis meses, pero que acabaron siendo solo
cuatro por decisión de Harris y el manager de la banda, Rod Smallwood-, la
preparación del sexto opus de la Doncella se vio entorpecida por las sugerencias
de Dickinson que instaba a sus compañeros a darle un giro musical absoluto al
combo inglés. Pensando que ya habían
alcanzado su zenit artístico en el ámbito metalero, sugirió hacer un trabajo de
corte más acústico. Steve Harris, ejerciendo su papel de mandamás sin
dubitaciones de Maiden, descartó la
posibilidad a las primeras de cambio porque “así no era Iron Maiden”. Es por eso que al ser rechazadas sus ideas en las
composiciones, Bruce Dickinson no tiene ni un solo crédito en los temas de Somewhere in Time y, citándolo, “solo
ejercí el rol de cantante”. Es
importante destacar lo sucedido en este trabajo porque comenzó a cimentar
ciertos aspectos en la dinámica de la banda: demostró la predominancia de las
personalidades de Harris, Dickinson y Smith como las fuerzas creativas del
trabajo. Y además de eso, dejaba las primeras muestras de un Bruce que no
estaba 100% a gusto con la propuesta del combo y que quería hacer otras cosas
que no encajaban con el modus operandi del
mismo. Martin Birch, el productor de la
banda en los 80s, lo dijo en su momento: que a veces temía que Dickinson e
incluso el propio Adrian aportaran mucho porque sus ideas solían alejarse un
poco más de la cuenta de la ideología de Iron
Maiden. Y es por eso que podemos comprender cómo el deseo de Dickinson
de arriesgarse, romper el libreto e ir por algo totalmente nuevo terminaría por
colisionar con la claridad musical de Harris hasta acabar en un solo desenlace:
su retiro de la banda. Pero eso pasaría muchos años después y nos adelantamos a
los hechos.
Conceptuado
en Nueva Jersey y luego grabado en las Bahamas, Somewhere in Time fue concebido como un intento por parte de los
británicos de adaptarse a las nuevas costumbres musicales y tecnológicas que se
estaban fraguando por allá en 1.986. El uso de sintetizadores, reverb en las vocales y un golpeteo más
electrónico en la batería fueron los elementos populares de la década que
hallaron cabida en el sonido del grupo en esta obra. Para bien o para mal, éste es el trabajo más ochentero de su catálogo,
y eso sería uno de los motivos divisorios entre los fans para apreciar el álbum:
a algunos les disgustaría la introducción de estos elementos y a otros les
parecería interesante el giro de tuerca al ya clásico estilo de la banda.
Quien suscribe ciertamente se encuentra en el segundo grupo.
Entonces,
¿por qué el Somewhere in Time es el
álbum olvidado en el catálogo de Iron
Maiden? Porque, con el pasar de los años, se ha convertido en un trabajo
que ha quedado en tierra de nadie en la historia del grupo. Genera opiniones
contrastadas en el mismísimo seno de la banda puesto que no terminan de
valorarlo en su entereza e incluso el propio Dickinson, quien nunca estuvo muy
a gusto en el proceso de grabación del álbum, lo ha juzgado como “un álbum de
ideas inconclusas” y “solo otro álbum de Iron
Maiden”. A diferencia de su álbum hermano en el campo experimental, el Seventh Son of a Seventh Son –no hay que
desdeñar la influencia de la sexta obra sobre la séptima-, no tiene la misma
apreciación de sus autores. Creo que
esto se debe a raíz de las críticas iniciales que cosechó el trabajo en la
época de su publicación por el nuevo sonido “comercial” y por el hecho de que
nunca ha sido un trabajo tan exitoso como los anteriores. En cierto modo,
aquí comenzó el contacto de la banda con las opiniones divisivas. Siempre ha
sido el álbum del que menos se habla, que menos tocan en vivo y es el periodo
de la historia de la banda que menos repercusión ha tenido. Pero que todas esas
vicisitudes no los alejen de la realidad: Somewhere in Time es uno de los mejores
trabajos de Harris y los suyos. Para mí, es el mejor y a continuación les
explicaré el por qué.
Tomamos
el álbum con nuestras manos y lo primero que nos atrapa, que nos cautiva, es la
magnífica portada con el Eddie cibernético transitando un mundo futurístico
reminiscente al evocado en la película Blade
Runner de 1.982 mientras les dispara a un pobre bastardo que probablemente
osó hacerle frente. La ilustración completa muestra a los cinco miembros y un
sinfín de detalles que te sumergen en una realidad distante con muchos a la
historia del grupo: Ancient Mariner Seafood Restaurant, Aces High Bar, 23:58 PM,
Phantom Opera House… y la lista de detalles sigue interminablemente. Derek
Riggs siempre será el diseñador gráfico por antonomasia del grupo y aquí nos
encontramos con su trabajo consagratorio; un miembro importantísimo para
unificar todas las ideas de la banda en un arte gráfico claro y con una
personalidad muy marcada. Para mí, ésta
es LA portada del Heavy Metal; de
ésas que te atraen a escuchar el álbum y te traslada a su mundo tan peculiar,
como el acoté en la introducción. Vamos al mundo del Eddie del futuro y
contemplemos esta música atrapada en algún lugar del tiempo.
Cuando
Adrian y Dave Murray nos agracian con esas guitarras dobles que abren el álbum
en Caught Somewhere in Time, sabemos
que las cosas han cambiado, aunque sea de la forma más leve posible. Se nota en
las guitarras más sintetizadas, el bajo más imperante (de lo usual) y una
batería que resuena más… pero entonces cambia el ritmo a una de esas galopadas
tan de ellos como si nos dijeran “tranquilos, que esto sigue siendo Iron Maiden”. La adrenalina que fluye
por tu cuerpo al escuchar esta trepidante pieza asciende cuando Bruce prorrumpe
en la cuestión y ya notamos que su voz está mejor que nunca. Una canción que
tiene leves, ínfimos, toques Progresivos en la sección instrumental que termina
con ese golpeteo de batería de McBrain que nos hace retornar a la melodía
principal de la canción. Oído con lo que
hace Nicko con las baquetas en este trabajo: aquí se despacha a gusto en la
batería y cuaja, en dura pugna con el Seventh
Son…, su mejor actuación detrás del kit. Un opener del más alto calibre y la introducción perfecta para
adentrarnos al mundo que estos cracks han preparado para nosotros.
Casi
sin dejarnos respirar, Adrian nos da la bienvenida a Wasted Years con sus ya característicos punteos y las tenues partes
de bajo de Harris que sirven como un complemento idóneo para la delicada
orfebrería de un guitarrista que nunca fue el clásico shredder que tan popular era en la década sino más bien un
preciosista de los detalles. Dickinson le pone mucho sentimiento al asunto y
cuando se llega al estribillo podemos entender que éste es el primer paso de Maiden a la clara e innegable
comercialidad –y está bien mientras las canciones tengan la calidad de Wasted Years. Escuchen el más que reconocido y aclamado solo de Adrian donde va in crescendo hasta conectarse con el
estribillo de la canción; uno de esos solos que se toman su tiempo y que van
partiendo de una base que es la melodía principal. Sencillamente brillante,
técnico y con gancho –uno de los mejores momentos de Adrian.
Si
Wasted Years fue un coqueteo de la
Doncella con las masas más “popperas”, entonces Sea of Madness irrumpía en el panorama para dejar bien en claro que
los ingleses no se habían amilanado con un comienzo devastador –de lo más
pesado en el catálogo de la banda- y un Harris que carga el peso de la
composición con sus ritmos galopantes de bajo que se asemejan a los de toda una
horda de caballos que arrasan iracundos. El
corte despliega un aura un tanto mística y hay un pequeño interludio apaciguado
donde la voz de Dickinson es apoyada por una vocalista femenina que prefirió
permanecer en el anonimato. El estertor de la canción es pura canción y es
uno de los puntos más fuertes del trabajo. No tiene desperdicio.
Por
más que lance rosas y lisonjas al trabajo que tenemos aquí, no es una obra
perfecta y eso lo denota el siguiente tema, Heaven
Can Wait. Ahora, no me
malinterpreten: me parece una canción disfrutable, energética y que puede
entretener al oyente, pero que dista de la calidad que ostenta el resto del
trabajo. Es la pieza más comercial y accesible del álbum junto a Wasted Years con su estribillo “fácil” y
una sección intermedia con cánticos futboleros. No tengo nada en contra de esta
canción, pero me parece la más descartable del trabajo y pienso que es como una
abolladura en un álbum de tan alta calidad.
Inspirada
en la novela del mismo nombre, The
Loneliness of the Long Distance Runner se mueve rápida, agitada y casi
inquieta con unos riffs que empujan al tema con un Dickinson que parece evocar
al corredor de las líricas de Harris. Es una pieza monotemática en su
propuesta, pero bastante emocionante y no te aburres en ningún momento; es
velocidad avasalladora que, por más raro que se lea, no suena a nada más de esa
época. Y eso es lo realmente encantador
y fascinante de Somewhere in Time: no
suena a nada más en la escena de esos años. Harris y compañía comenzaban a
tener rivales variados en la forma del Thrash
Metal, pero el grupo seguía reinventándose y sacando conejos musicales de
sus sombreros. Estaban en un periodo demasiado fructífero, creativamente
hablando.
A
ritmo de la batería de Nicko y con unos riffs más sintetizados que nunca, Stranger in a Strange Land es un medio
tiempo bastante gozador donde se denota una vez más la pluma de Adrian y la
mano de Harris con un bajo que fluye con una naturalidad pasmosa en toda su
duración. Dickinson canta de una manera más introspectiva esas letras
melancólicas mientras que la canción consigue una cierta majestuosidad. Gran trabajo en las guitarras de Murray y
Smith, demostrando una vez más su grandeza como uno de los binomios más
sorprendentes en las seis cuerdas.
Guitarras
misteriosas y con un leve tinte Blues hacen
las veces de intro en Deja-Vu –la
única composición con el aporte del no siempre reconocido Dave Murray. Una
canción muy en línea con lo que hacía Maiden
por esos años con unas melodías de guitarras bastante “cantables” y una batería
portentosa de Mr. McBrain. Dickinson hace un cambio de registro en algunas
secciones para luego irrumpir con toda la clase e histrionismo que le es tan
característico. Ahora nos tocaba el plato fuerte, amigos. El gigante de toda
esta cuestión. Espero que estén preparados.
Alegorías
a la historia, histrionismo y grandilocuencia musical, mucha influenza
Progresiva: la esencia misma de las épicas de Iron Maiden en un solo corte –la legendaria Alexander The Great. Inspirada en la vida del emperador macedonio,
este tema de la Doncella hace mucho énfasis en la teatralidad sonora, pero no
deja de lado el buen hacer de los músicos y aquí podemos constatar eso con un trabajo
minucioso de los guitarristas; realmente cargan el peso de la composición en
esta obra maestra. Dickinson la borda en
esta canción y demuestra que, a pesar de que su voz quedó hecha remiendos en la
última gira, aquí está en, tal vez, la mejor forma de su carrera. El final
es apoteósico y totalmente memorable; se me erizan los pelos al escuchar ese
característico “He died of fever in
Babylon!!!” en el anochecer del tema. Uno de esos temas injustamente
olvidados por el grupo –como todo el álbum, para ser justos- y que nos muestra
el nivel, el nivelón, que ostentaban
estos hijos de sus reverendas madres en los 80s. Era la cúspide artística del
mejor grupo de Heavy Metal de los 80s
encapsulada en este magno e irrepetible Somewhere
in Time.
La
gira para promocionar el trabajo, ingeniosamente llamada Somewhere in Tour, es uno de los momentos más controversiales entre
los fans de la Doncella por un simple hecho: la falta de documentación fílmica
del tour mismo. Con el pasar de los años, casi todas las giras de los 80s de Maiden han tenido sus respectivos videos
en vivo oficiales e incluso extensos documentales acerca de esa época en
particular; Somewhere in Time solo
tuvo uno compartido con el Seventh Son.
Por el otro lado, hay que decir que la escenografía, la cantidad de artilugios (Eddies
inflables, arte futurística e incontables promociones usando la parafernalia de
la portada) e incluso el atuendo tan peculiar de Bruce de viajero en el tiempo
hicieron de esta gira una bastante especial a los ojos. Desafortunadamente, incluso en la gira de promoción, las canciones no
tuvieron el apoyo que necesitaban: Loneliness
of the Long Distance Runner fue removida del setlist luego del primer
concierto, Sea of Madness no fue
tocada en la gira norteamericana y Alexander
The Great no sería tocada en general a favor de, una vez más, la épica de Powerslave,
The Rime of the Ancient Mariner. Debido
a la enorme cantidad de conciertos del tour pasado, disminuyeron el número de
los mismos y por se puede escuchar a una banda mucho más fresca en diferentes bootlegs; les recomiendo el Children of the Devil, si quieren
escuchar lo más cercano a un Live de
esta gira. Maldito sea Rod Smallwood por no permitirle a Harris que grabara un
video de esta gira.
Esto
no ha sido más que un humilde intento de un servidor por rendir homenaje a un
álbum que significa muchísimo para mí y que encarna todos los aspectos que amo
de esta música: melodía, velocidad, técnica, pasión, intensidad, buen hacer,
arte de primer nivel… un cúmulo de elementos que hacen del sexto trabajo de la
banda de Steve Harris la epítome de su sonido. Tal vez es su encanto de álbum
olvidado lo que le hace un poco más especial al resto, pero es que Somewhere in Time simple y llanamente tiene
algo. A pesar de que los miembros de
la banda nunca creyeron al 100% en la calidad de este trabajo, lo que hicieron
aquí atrapa un momento de inspiración bastante singular: el pasaje instrumental
de Caught Somewhere in Time, el
interludio apaciguado de Sea of Madness,
las vocales de Bruce en Deja-Vu o la
irrepetible majestuosidad de Alexander
The Great son solo algunos momentos que quedarán para siempre grabados a
fuego en lo profundo de mi Metal Heart. Somewhere
in Time: un álbum olvidado en la interminable distancia del tiempo.
Hola Kevin soy Angel, desde luego que has empezado fuerte, vaya discazo nos has traido para dar vida a la andadura de tú blog.
ResponderEliminarYa sabes que personalmente he comentado que siempre he tenido preferencia por el Powerslave como disco definitivo de Maiden, pero desde hace tres años para aca el que más escucho y me gusta (y ha desplazado de nº 1 al Powerslave ) es este disco.
Los temas son de ordago, recuerdo cuando salió al principio se me hizo un poco cuesta arriba el sonido que tenía el plástico, pero según lo fuí oyendo me atrapo.
Y es que temas como Caught somewhere in time, Wasted Years, Stranger in a strange land no se paren todos los días, o otra de mis favoritas: Alexander the great.
Que lleve el peso de la composición Adrian fué un acierto y le da ese aire más hard rockero y accesible que el plástico tiene, con canciones preciosas, que creo que han envejecido muy bien, digan lo que digan.
Un abrazo y mucha suerte con está nueva andadura.
P:D: ya te tengo en favoritos para ir siguiendo tus pasos, un abrazo campeón.
Saludos, Ángel. Muchas gracias por seguirme y créeme que tus opiniones son siempre valoradas :)
EliminarEn cuanto al álbum, siempre ha sido mi debilidad con Iron Maiden. Es un trabajo que, como bien dices, ha envejecido brillantemente y que ha significado mucho para un servidor. Creo que incluso los mismos miembros de la banda nunca le han dado el merito que se merece.
¡Saludos!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarhola Kevin, soy Rob, yo también te voy a seguir al igual que Angel y espero muchos mas. Interesante tus primeros aportes el de la entrevista a Blackmore en el 85 y este excelente disco de Maiden, para mi entre sus cinco mejores trabajos.
ResponderEliminarAlucinantes canciones con partes instrumentales superiores, melodías asombrosas, sencillos impactantes como wasted years o deja vu, la magna alexander the great. Un Bruce a tope y una magia que llega a la portada, Riggs era mucho Riggs. Sin duda un icono este pepinazo de la doncella, para mi el Powerslave y el Number están un poco por delante, pero después ya vendría este, el Piece of Mind y el Seventh son. Buen arranque, mucha mierda, como se dice en teatro! abrazos.