Álbumes
en vivo tal vez los haya mejores, más importante en la historia de nuestra
música y con más parafernalia visual; pero pocos, muy pocos, pueden transmitir
ese feeling que solo el Metal expresado a su máximo puede
evocar. Sólo un puñado de directos en
las interminables páginas de este género han sabido ser la epítome de una
banda; ser la sublimación de su sonido y ser una captura auditiva del mejor
momento de sus carreras para toda la eternidad. Un álbum en vivo no es solo
una actuación en directo de una banda; es ese momento donde se plasma y se
encapsula lo que un grupo fue en un momento muy especial de su existencia.
Cuando los germanos Blind Guardian publicaron
el magno y seminal Somewhere Far Beyond
en 1.992, habían finalmente conquistado el mercado europeo y se convirtieron en
uno de los grupos por excelencia de toda la escena –pero faltaba plasmar ese
éxito con un directo. El primer álbum en
vivo de estos guardianes amantes de la literatura de Tolkien no es solo un
directo de categoría; es el punto más alto de Blind Guardian como grupo y la cúspide de sus carreras.
Somewhere Far Beyond finalmente
los había posicionado en los primeros puestos de la cadena alimenticia metalera
europea; luego de años y años trabajando como una banda de segunda división
desplegando una mixtura de Heavy, Thrash, Power y Speed Metal con
mucha temática épica y con las singulares vocales de Hansii Kürsch, el grupo
oriundo de Harmburgo había logrado cimentarse como un ente musical consolidado
y, más importante aún para sus cuentas bancarias, comercialmente viable. Los tres primeros trabajos fueron
brillantes y este cuarto los mostró como un grupo en su plenitud; una
agrupación que había conseguido esa madurez como músicos –tal como le había
pasado a Maiden en Powerslave o a sus paisanos de Accept con Balls to the Walls. Podemos debatir calidad, pero lo que no se
puede discernir es la importancia de Somewhere
Far Beyond como el punto de quiebre, para bien o para mal, de la carrera de
los bardos inmortales de Alemania –ése punto donde dejaron de ser plebeyos para
ser reyes de las tierras fantasiosas. Así
que tocaba grabar ese instante de gloria en la memoria colectiva de todos
aquellos que pregonaban ser fans de la banda y, por supuesto, del Metal veloz y portentoso; Tokyo Tales nació destinado para ser un
directo imperecedero y único en su haber. Si me apuran, creo que éste es el
mejor concierto de una banda alemana desde el Tokyo Tapes de Scorpions,
con el Staying a Life de Accept pisándoles los talones a los
guardianes. La triada sacra de los conciertos germanos.
Este
directo es uno de esos momentos que me marcaron y que cambiaron mi vida como
metalero. Recuerdo el día que lo escuché por primera vez: estaba comenzando en
la universidad hace unos años y aún tengo fresco el hecho de que por tres meses
lo escuché non stop. No solo eran las canciones que estaban
maravillosamente compuestas; era el despliegue de intensidad, poder y vida que
emanaban de ellas; cómo los riffs eran atronadores como cualquier banda de Thrash; cómo las melodías que
impregnaban a todas las canciones eran embriagadoras; y las estupendas vocales
de un Hansi que, como cantante, es una debilidad de un servidor –su forma tan
entrañable y personal de cantar es lo que más separa a Blind Guardian del resto de los grupos. A finales del ’92,
Tokyo vivió uno de los capítulos más grandes del Heavy Metal alemán y cómo estos de Hamburgo se encumbraron en el
mismísimo ecuador de sus carreras. Un directo memorable y ardiente como las
llamaradas de un Balrog cuyo único defecto palpable es la portada. ¿En serio?
¿No pudieron haber hecho algo un poco más trabajado? Pareciera que estaban
apurados y dijeron “Sí, sí, sí, Marcus, vamos con ésa y ya”. Pero bueno, lo
compensaron con su trabajo.
Los
nipones no sabían qué esperar, pero en Inquisition,
la introducción que inicia todo el asunto, ya se les puede escuchar coreando el
nombre de la banda y envueltos en una algarabía incontenible. Entonces desatan
el caos con aquel misil de Speed Metal que
es Banish From Sanctuary del gran Follow the Blind; un corte veloz,
afilado y que evoca todas las idiosincrasias de la banda en sus comienzos. Hansi suena incluso mejor que en el estudio
–entendible, ya había aprendido a cantar de manera más técnica-, André y Marcos
se escuchan de puta madre en las seis cuerdas y Thomen, el elemento perdido en
los últimos álbumes de la banda, se cuaja una actuación monumental en todo el
trabajo. El tema como abreboca está perfecto; pero créanme que la cosa solo
iba a mejorar de aquí en adelante.
Hansi
no es el frontman más inspirado de todos, pero cumple. El maestro de ceremonias
nos invita al primer tema del nuevo álbum, la épica y poderosa Journey Through The Dark. Una canción
con mucho Speed, guitarras con
carácter y estribillos matadores; una de las primeras canciones en realmente
aunar lo épico de lo que vendría con lo Metal
que habían hecho hasta ese momento. La
banda se cuaja una actuación fenomenal en esta canción; cada vez que la escucho
me invaden diferentes sensaciones de energía, pasión e incluso un leve tono de
melancolía al pensar que actuaciones como ésta ya no sean habituales en el
grupo. Una canción que estoy seguro que puede levantar a cualquiera de la
pesadumbre y del negativismo; una de las mejores piezas del catálogo de los
bardos. De monarcas del Speed/Power Metal
épico a ser seguidores de la movida épica barata. De líderes a seguidores.
Qué triste.
El
vocalista motiva al público para entonar la melodía principal del primer guiño
al Tales From The Twilight World, Traveler in Time. En honor a la verdad,
siempre me pareció el tema más discreto de este directo pero eso no le quita lo
bueno, ¿eh? Que aquí estos muchos estaban volando y te podrían vender un corte
de Michael Bolton como si fuera una maldita pieza de Morbid Angel y tú te lo hubieras creído. El estribillo siempre me ha recordado a los Helloween más clásicos y aquí escuchamos por enésima vez por qué el
binomio de Marcus y André es uno de los más infravalorados de la historia del Metal; dos guitarristas ultra
competentes que siempre supieron hacer su trabajo sin muchos alardes. Bajamos
un poco a la tralla (pero solo un poco, cálmense) con The Quest for Tanelorn –uno de los platos fuertes de la velada. Una
canción memorable, con una estructura más épica y con la banda pisando
derroteros un poco más Progresivos. El
estribillo es una orgía enaltecedora de melodías que impregnan a todo tu ser
con un sentimiento de solemnidad que te transporta a las historias fantasiosas
que narran en todas sus canciones. Blind
Guardian estaban comenzando a mutar en algo menos pesado, pero en Somewhere Far Beyond habían atisbado el
balance perfecto entre lo metalero y lo grandilocuente; The Quest for Tanelorn es un ejemplo claro de esto. Malditos
japoneses afortunados que pudieron vivir este concierto.
La
intensa y magistral Goodbye My Friend muestra
esa mixtura entre la melodía del Power
Metal europeo y la contundencia del Thrash
americano; una canción con partes de guitarra sorprendentes y en la que
Hansi se despacha una actuación memorable –oído a ese estribillo fenomenal que
se gastan en la pieza. Uno de los platos
fuertes de la velada es Time What Is Time
que es una demostración absoluta del Metal
épico mejor facturado en Alemania; aquí se presenta la magia, intensidad y
poderío que hacía este grupo en su apogeo (o sea en el momento del concierto).
Ésta fue la primera canción que escuché del grupo y la que me adentró a su
mundo musical; un punto sacro en mi vida como metalero al encontrarme con
semejante temazo que emana tantas emociones en casi siete minutos de pura
magia. Oído a ese mini solo de piano por parte de Marc Zee, quien hace las
veces de tecladista invitado. Simplemente escuchen el tema y déjense llevar por
la clase de Hansi, Marcus, André y Thomen.
Viajemos
de regreso a los tiempos más primigenios y básicos del Battalions of Fear con el primer clásico de la banda, Majesty. Cuando la banda daba sus
primeros coletazos como un ente netamente de Speed Metal y la vertiginosidad de los riffs de sus guitarristas
eran su punto base; la primera gran
demostración de Blind Guardian como
un combo de armas tomar. Pero es que en esa noche salieron con ganas de
matar y no iban a dar tregua; cuando apenas recobramos un poco de nuestras
fuerzas, nos ataca con salvajismo una de las mejores composiciones del grupo y
un clásico imperecedero del Metal germano,
Valhalla. Como un desastre natural que avasalla todo aquello que se planta en su
desdichado sendero, esta canción de los bardos hace trizas a todos aquellos que
osan hacerle frente. Los riffs suenan agresivos, Hansi suena más intenso
que nunca –y cuaja una muy buena interpretación de las partes de Kai Hansen en
estudio- y el estribillo le concede un aura de clase a todo el asunto. Siempre
se me erizan los pelos con ese último pasaje sosegado donde Hansi entona de
manera más placida el estribillo –una tranquilidad enriquecedora después de tan
cruenta tormenta. Dos puntos altamente recomendables del trabajo.
El
concierto es una algarabía sin final, los nipones están entregados y el grupo,
agradecido, recompensa el compromiso de sus fans con una actuación para la
historia. Como si fuera poco, continúan asestando tralla tras tralla; esta vez con
Welcome To Dying presentándose más
fuerte, más dura y más rabiosa que en su versión del álbum del ’90. Y es que eran especiales en esos años; en
esta canción te golpean, te machucan, pero nunca dejan de lado ese aspecto
melodioso que le daba un toque singular a su música junto a las peculiares
vocales de Hansi. Entre tanta estridencia, la balada basada en la magistral
obra de Tolkien, Lord of the Rings,
se muestra como un instante de paz. Una muy buena pieza que va progresando
hasta su final histriónico, pero que en ningún momento busca pasarte por encima
sino adentrarte con su atmosfera a los mundos del escritor inglés y cautivarte
con los maravillosos arreglos cuasi sinfónicos de la banda –el comienzo de lo
que sería una progresión musical inexorable hacia lo grandilocuente.
Lost in the Twilight Hall es
una de las mejores canciones de los alemanes y aquí suena increíblemente
poderosa –uno de esos cortes creados y conceptuados para ser tocado en vivo. Una exquisita pieza donde las palabras
sobran; solo escuchen y deléitense ante esta memorable mixtura de Metal fantasioso, agresivo y habilidoso.
Brillante. La verdadera locura para terminar el directo es con el cover de Barbara Ann de The Regents
y entrelazarlo con partes de Long Tall
Saly de Little Richard. Si me preguntan, ésta es la única parte no tan
buena del concierto: la versión les sale muy divertida, pero para eso se
hubieran lanzado un Somewhere Far Beyond,
Run For The Night o un Tommyknockers. Aunque creo que eso es
quisquilloso de mi parte cuando en estas dos noches –el concierto fue grabado
en dos noches en Tokyo- lo dieron todo por la causa y se cuajaron una actuación
para la eternidad.
En
definitiva, Tokyo Tales es la
culminación y el punto cumbre de la trayectoria de estos germanos distribuida
en doce joyas pretéritas que durarán eternamente en esta tierra; es el legado de
estos cuatro bardos para el mundo. Cada
gran artista será recordado por sus fans por un momento en particular y yo los
recordaré por estas canciones despachadas en Tokyo; sinceramente puedo decirles
que he pasado semanas escuchando cada pieza una y otra vez en los últimos años.
Tokyo Tales, tal vez de haber nacido
en otra época hubiera sido un clásico del género, pero tal no es el caso. Es un
directo que no tiene nada que envidiarle a los mejores de la escena y que
demuestra una energía que no tiene comparación. Directos hay muchos y directos buenos también; directos que te cambien
y signifiquen un antes y un después en tu existencia… no tantos. Tokyo Tales es un momento especial que
retumba con ecos de eternidad y que todo metalero debe escuchar.
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