Se
ha vuelto casi rutinario despotricar contra las nuevas bandas de Metal por el simple hecho de no haber
surgido en los 80s o 90s. Constantemente escuchamos y leemos críticas acerca de
cómo el Heavy Metal ha perdido la
capacidad de producir talento como lo hacía en su época dorada –por algo le
dicen “época dorada”- y que los grupos que surgen hoy en día no son más que
viles copias de los bastiones que erigieron esta maravillosa música. Una verdad
a medias, en realidad. Sí, muchas
agrupaciones que aparecen en la actualidad son poco originales, no inventan
nada y no hacen más que seguir con los mismos patrones de siempre; pero también
hay grupos que saben utilizar dicha fórmula y producir álbumes que, aunque para
nada innovadores, saben hacer disfrutar y ésa es la razón de ser la música: de
hacer disfrutar al oyente. Pareciera que eso se ha perdido y solamente se
exige, se demanda, que el artista rompa todos los paradigmas; no todas las
bandas pueden salirse del libreto y a veces hay que entender que la calidad
radica en saber ser convincente y hacer tu forma de arte con aplomo. Entonces
tenemos a Lords of Black, que es una
agrupación que no vino para cambiar al Metal,
pero sí para hacerte disfrutar como un enano con una dosis del mejor Heavy clásico. ¿Les parecen cansinos o con poca inventiva? Pues pueden eliminar esta
pestaña que voy a darme gusto escribiendo.
Esta
banda oriunda de Madrid es una de las agrupaciones modernas que ha ganado una
cierta notoriedad por su propuesta tan deudora del Metal de la vieja escuela y su vocalista, Ronnie Romero, que suena
como la reencarnación del mismísimo Ronnie James Dio. Vamos, hasta se llaman
igual. Una agrupación que se basa mucho
en la contundencia de su instrumentación, de unos estribillos mortales y el
portento vocal que es Romero, Lords of
Black han sabido hacerse un hueco en la escena europea y, poco a poco, van
subiendo escalones como una de las propuestas más encomiables de este rubro
musical. No cae mal en absoluto que su vocalista se uniera a los
resucitados Rainbow para ganar un
poco más de conocimiento en el gran espectro de la comunidad metalera.
Para
entender a esta banda española y lo que ofrecen, primero que nada hay que
comprender un concepto bastante sencillo: Lords
of Black no vinieron para innovar. Influenciados notoriamente por la música
del finado Dio y de los Masterplan en
sus primeros álbumes –aquellos con Lande-, los de Madrid desempeñan una música
pesada, bastante clara en su idea y basándose, principalmente, en el poderío
vocal de Romero. Su álbum debut homónimo
juega a lo seguro: riffs potentes y marcados, ritmos (mayoritariamente)
acelerados y aprovechar, como se dijo anteriormente, los recursos vocales de
Ronnie II para cimentar unas canciones que se les quedarán en la mente
enseguida. Y al final del día, las canciones son jodidamente buenas; de eso
se trata todo y no hay que analizar en demasía cuando una pieza es de calidad;
lo primordial es entretener al oyente y ser fiel a la idea conceptuada –si haces
esto, ya tienes la pelea ganada. A mí me convencieron; he estado escuchando el
álbum desde hace meses y todavía me atrapa.
Como
toda buena banda, se despachan una introducción elegante llamada Doomsday Clockwork (muy buen título, lo
admito). Un prólogo con mucho teclado y riffs entrecortados por parte de Tony
Hernando en la guitarra nos da paso para el tema homónimo de la agrupación. Un corte directo sin muchas florituras
instrumentales y que atrapa al oyente con las melodías de guitarras; Romero
entrelaza momentos más pausados en las estrofas para luego explotar en los
estribillos y rugir como un maldito león encolerizado. La estructura
musical de la banda está bastante clara; las canciones siguen un plano muy
específico y, sinceramente, lo tomas o lo dejas. Depende de tus preferencias,
como con todo.
La
siguiente en el tracklist –y una de
las favoritas de un servidor- es uno de los singles del trabajo en cuestión, Nothing Left To Fear. El riff principal debe de ser mi favorito
de toda la obra: es atrapante de principio a fin con la banda a toda potencia y
con su vocalista marcándose una actuación fenomenal. Haciendo gala de su
capacidad de hacer ganchos, la agrupación hispana hace énfasis en eso con esta
canción y debemos decir que les sale bastante bien porque es extremadamente bueno.
Would You Take Me marcaría, a mi
criterio, la línea que seguirían en el álbum posterior y es que es un tema a
medio tiempo con riffs entrecortados, una batería pronunciada de Andy, además
de Ronnie cuajando una buena performance.
La
canción más conocida de la banda es The
World That Came After con su velocidad, los teclados tan predominantes y un
Romero en estado de gracia. Tal vez aquí atestiguamos a la banda en su zona de
comodidad y a sus anchas. Muy en esta índole tenemos a Too Close To The Edge y aquí sí notamos la influencia de Masterplan con mayor claridad; casi
podemos sentir cómo Ronnie tomó nota de Lande y los instrumentistas a sus
contrapartes germanas –ciertamente un corte muy deudor de sus influencias. Tal vez un poco más galopante es At The End of the World con sus teclados
amenazantes y un ritmo que me recuerda levemente al comienzo de Phantom of the Opera de Maiden; aparte de eso, es un corte
disfrutable con patrones rítmicos altamente gozadores. No hay que
profundizar mucho con esta banda; su fuerte radica en componer buenas canciones
y en valerse en su capacidad de entretener.
Forgive or Forget guarda
ciertas reminiscencias con lo expuesto en Would
You Take Me, pero un poco más melódica y sosegada en una línea más
trabajada. A un servidor lo convence más este corte con su estribillo y unos
riffs bastante claros. Una de las
composiciones más completas, a mi criterio, es Out Of The Dark, con un tinte muy Power Metal y donde intuyo cierto toque de los Helloween en los primeros álbumes con Deris por esos pasajes tan
alegres, melódicos y optimistas. Es una de las variaciones del álbum y
queda bastante bien para agregar un poco de cambio a la cuestión. Como
contraste, The Grand Design es un
tanto más preponderante en su propuesta y se basa en riffs un tanto más brutos
con un vocalista haciendo gala de su registro más agresivo.
The Art of Illusions, Pt1: Smoke and
Mirrors se mantiene en una línea similar a The Grand Design al ser un medio tiempo aplastante con un esfuerzo
en la guitarra claro en ideas, pasajes de batería pesados y su cantante en el
rol principal, siendo el principal baluarte de la banda –tal vez sin él,
sonarían mucho más genéricos. La segunda parte, The Man From Beyond, es más melódica en su comienzo, pero luego
avanza para transmutar en uno de los cortes más acelerados del álbum. Ya aquí
ya saben cómo va la cuestión: la misma idea conceptuada por la banda hasta este
punto; ya sabrán aquí si les gusta o no. Una
de las mejores piezas es la que termina el álbum, When Everything is Gone, con sus constantes cambios de ritmos y
mayor incidencia en la parafernalia instrumental; aquí se le da rienda suelta a
los músicos para que puedan mostrar su potencial y realmente deja buen sabor de
boca para terminar el álbum.
Y
ahí lo tienen. De verdad que no es un trabajo altamente complicado ni uno que
cambiará la historia de la música, pero lo que carece en inventiva es altamente
compensado en calidad y disfrute. Probablemente
habrá más de un purista riéndose ante mi comentario, pero es la realidad: la
idea principal de la música es entretener al oyente con sus composiciones y Lords of Black han sabido crear un
compendio de canciones bastante gozadoras para cumplir esa meta. Como
demuestra mi crítica, no hay mucha originalidad ni nada que requiera análisis
extensivos pero eso es por añadidura y no por obligación; lo constituido aquí
es un debut de una agrupación con las ideas claras y que prueba lo claros que
están sus miembros a la hora de componer.
Lords of Black son
un ejemplo moderno y vigente de que no todas las bandas nacen para romper
paradigmas, sino para contribuir al género con buenos temas y manteniendo vivo
el espíritu que tanto amamos del Metal;
no veo nada de malo en un grupo que trate de hacer algo ya hecho si la calidad
persiste. ¿Tú lo piensas?
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